lunes, 17 de agosto de 2009

COMO SE RELACIONAN LOS NIÑOS ENTRE LOS 3 Y 5 AÑOS








En ésta etapa muchos niños están constantemente midiendo sus fuerzas y comprobando quién de todos es el más alto o el más rápido. “Soy más rápido que tú”, “¡Yo soy más alto!”, “¡Tengo más figuritas y más autitos que todos!”. Es muy común escuchar a nuestros hijos el día librando batallas de superlativos.
Aunque muchas veces este comportamiento resulta desesperante para los padres, hay que entender que es una fase normal en su evolución. Ahora se siente más fuerte que nunca y mejor que nadie. Sus fanfarronadas son parte importante de su manera de relacionarse con otros niños. Así que, en lugar de intervenir, es mejor armarse de paciencia.
A esta edad, las palabras son un arma muy potente, incluso recurren a las palabrotas y a los insultos para demostrar su superioridad. Muchas veces vemos que basta con que un niño le diga a otro un simple:”¡Eres un idiota!”, para que éste se eche a llorar y se sienta vencido, aunque hasta ese momento fuera un contrincante con ventaja.
Cuando tienen entre 3 y 5 años, el poder de convicción de la palabra es enorme. Así que, cuando otro pequeño de su misma edad le dice: “¡Soy más rápido que tú!”, ni siquiera hace falta que haga alarde de su presunto estado físico para hacer que su compañerito se retire. Pero la competencia va más allá del terreno verbal. Hagan lo que hagan (correr, andar en bicicleta, patinar…), siempre tienen que medir su fuerza, su habilidad.
A esta edad las pequeñas disputas son sólo ensayos. Con cuatro años quieren probar hasta dónde pueden llegar. Cada vez son más conscientes de las diferencias que existen entre ellos y los otros niños de su edad. Se empiezan a dar cuenta de que es posible que algo que ellos no pueden hacer, otros sí, pueden conseguirlo.
Cuando un niño le dice a otro “eres mi amigo”, es algo así como si le hubiese concedido una condecoración. Pero las amistades muchas veces no suelen durar mucho. Amores y desamores se suceden rápidamente. Hoy pueden ser inseparables y mañana ni mirarse. La convivencia implica competencia. Y ésta es esencial ahora para afianzar la confianza en sí mismos.

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